Una vida ejemplar, no hay otro calificativo. Carmen Miró nació en la Ciudad de Panamá un 19 de abril de 1919, este 17 de septiembre, también en su ciudad natal, ha muerto a los 103 años. Fue pionera en el campo de la demografía latinoamericana, no en vano, gracias a su esfuerzo y a petición de Naciones Unidas, en 1957 fundó el Centro Latinoamericano de Demografía (Celade). Asumió su dirección, elevando los análisis de población a un rango de excelencia. Así se lo reconocería dicha organización, otorgándole en 1984 su máximo galardón en el rubro: Premio Mundial de Población. Han sido muchos los reconocimientos. En 1987, la Universidad de la Habana le concedió el doctorado honoris causa. En 1996, en Panamá, recibió el premio Universidad Ciencia y Tecnología, y el Colegio de México le otorgaría en 2017 el Premio Daniel Cosío Villegas.
Sus trabajos son una referencia obligada en las aulas universitarias, los foros internacionales y los debates interpares. Su ensayo: Política de población: ¿Qué? ¿Por qué? ¿Para qué? ¿Cómo?, escrito en 1970, en la antesala de la Conferencia Regional de Población, a celebrarse ese año en México, cambió por completo la perspectiva de los estudios de población en América Latina. El enfoque puso en cuestión las visiones eurocéntricas prevalecientes en la academia y la acción de gobierno. Comparte junto a las Siete tesis equivocadas sobre América Latina, de Rodolfo Stavenhagen, y El colonialismo Interno, de Pablo González Casanova, un sentido rupturista. Propone un enfoque latinoamericano a la hora de abordar la relación entre crecimiento demográfico y desarrollo económico. Pone “patas arriba” las políticas de transición demográfica aplicadas por los gobiernos. No en vano, había sido la directora del Centro de Estadística y Censo de Panamá. Sabía de lo que hablaba. Bajo su mandato se llevó a cabo el primer censo de población. Entendía los retos y cuáles eran las responsabilidades derivadas de una propuesta demográfica, transformadora de las estructuras sociales y de poder oligárquicas. Se trataba, dirá, de esclarecer la confusión e indeterminación en los análisis demográficos y de población a la cual “contribuyen varios factores: entre ellos, la falta de adecuado estudio del tema por los latinoamericanos; ausencia de algunos de los datos indispensables en qué apoyar ese estudio; interpretaciones dogmáticas de la relación entre la evolución demográfica y el cambio social, así como la importación, a veces un tanto compulsiva, de ideas-soluciones generadas extraregionalmente que desembocan en la simplificación de sostener que política demográfica y planificación familiar son sinónimos (...) Frente a estas constataciones, urge al examen crítico, el estudio ponderado, la indagación sistemática para que de ellos surja un pensamiento latinoamericano (...) Para intentar contribuir al esfuerzo, examinaremos en este documento cómo proponemos definir lo que es una política de población, por qué, para qué y cómo adoptarla”.
El texto se encuentra en la Antología, realizada por Brígida García y Dídimo Castillo, publicada por Siglo XXI México y Clacso. Pero no es sólo su obra donde es posible reconocer los aportes de Carmen Miró. Como luchadora social, como mujer, se ganó el respeto de sus pares. Su ejemplo se trasmite. Su trayectoria vital se refleja en sus enseñanzas, en su pedagogía, en su compartir y entregar todo su potencial a las luchas democráticas. Fue una hacedora del siglo XX latinoamericano. En ella sintetizan los anhelos de justicia social, democracia, de emancipación, de compromiso. Su trayectoria entronca con quienes se han rebelado contra las injusticias, la violación de los derechos humanos, las invasiones, los golpes de Estado. De joven participó en la creación de los movimientos sociales por la recuperación del Canal de Panamá. En los años 30 formaría parte del Frente Patriótico de la Juventud. No claudicó de sus principios y los defendió aun a costa de poner en peligro su vida. En ella sobresalen su valentía y su determinación. Sirva como ejemplo su quehacer en Chile el 11 de septiembre de 1973. Allí se encontraba, era la directora del Celade. Gracias a su intervención, muchos latinoamericanos salvaron su vida. Doña Carmen Miró protegió a sus estudiantes. Los militares se presentaron en varias ocasiones en su domicilio y bajo su estatus diplomático evitó y facilitó la salida del país de quienes eran perseguidos, tenían orden de captura o eran militantes de la Unidad Popular. Caso extraordinario, se lo escuché decir en Panamá, fue cómo logró que Joaquín Leguina, un joven demógrafo español, becario del Celade, pudiese abandonar Chile. Lo ocultó hasta facilitar su salida. Más tarde Leguina, militante del PSOE, se convertiría en el primer presidente de la Comunidad de Madrid.
Son muchos los relatos que circulan sobre su entrega durante el golpe de Estado que derrocó al gobierno de Salvador Allende en Chile. Todos hablan de su grandeza, sin embargo, nunca se jactó de ello. Mujer reservada, de carácter fuerte, siempre tendió una mano. Apoyó, sin rendirse, las causas más nobles, asumiendo los riesgos de una vida digna, siendo un ejemplo a seguir. Han sido muchas las generaciones de científicos sociales latinoamericanos, sobre todo panameños, que se han formado bajo su dirección. Carmen Miró es sin duda una de las grandes del pensamiento crítico latinoamericano. Su obra es patrimonio de nuestra América y su vida un ejemplo en la forja de conciencias críticas. Las nuevas generaciones que toman el relevo en la lucha antimperialista de emancipación y en defensa de la humanidad, tienen en Carmen Miró un espejo en el cual reflejarse.